No soy hincha de ningún equipo de fútbol en Colombia, a menos que un equipo del Caribe juegue con otro de otra región, ahí si, por lealtad con mi identidad cultural le voy al club nuestro, pero los regionalismos y mi orgullo de mar, sierra, sabana y brisa , nunca me han nublado el juicio, siempre busco entender el origen del problema y sus soluciones racionales, en el ahora y en el futuro más extremo.
Veo con preocupación como la tendencia de la post verdad se ha tomado a Colombia entera, una noticia miope y a medias se ha convertido en una verdad social, una verdad que casi nadie se atreve a refutar, pues ser contrario a ella, es ir contra una corriente aplastante que te puede costar el despido y la perdida de seguidores en redes sociales.
Se habla de robo, de amaño del partido, de corrupción, de impedir el ascenso del Unión Magdalena, por que eso de que unos defensas se quedaron inmunes frente al ataque de Segura no es normal, y si no es normal, entonces es por que existió un pacto de corrupción.
El presidente de la República, el ministro del deporte, jugadores de talla mundial, la prensa mundial, y hasta nuestros propios ídolos como el Pibe Valderrama han lanzado palabras tendenciosas contra el Unión Magdalena, en definitiva, el mundo señala con el dedo a un club, lo tildan de corrupto, de no merecer el ascenso, piden a gritos que dicho ascenso se detenga.
La buena noticia es que la opinión mayoritaria no tiene porqué ser la correcta, la justa y la legal, sino recordemos aquella historia donde una turba popular pidió la condena de un inocente y la absolución de un ladrón confeso, al primero lo crucificaron y al criminal lo liberaron, y ejemplos de esa índole abundan; hemos visto condenas basadas en prejuicios por raza, identidad de género, ideología política y hasta nivel económico, las cuales en su posterior revisión son anuladas.
Hablemos de hechos no de palabras.
En el minuto 81 Llaneros anota su primer tanto, y segundos después el narrador de Win Sport comenta “pero no les alcanza” Llaneros debía anotar más de 3 goles para ascender. En el minuto 94-95 Union empata, faltando un minuto para terminar el duelo, según palabras del director técnico de Llaneros, ese gol los paralizó, pues debían marcar 5 goles para poder llegar a la primera división. No contaron que el Unión Magdalena con claras y reales posibilidades de ascenso, siguiera luchando hasta el final, y como no hacerlo, si solo un gol los separaba de volver a jugar contra los grandes, mientras que ha Llaneros, esa posibilidad estaba totalmente muerta, y es complejo pedirle a Lázaro que se levante muy seguido.
Seguramente por estética del juego, se requería que la defensa de Llaneros por lo menos aceptará seguir en la B con la dignidad del que hasta el final lo da todo; y en todo caso es un reproche que debe recaer sobre el club oriental y no sobre los que si aprovecharon cada minuto.
El código disciplinario único de la federación colombiana de fútbol (En adelante el código) estipula en su artículo 01 el respeto por el debido proceso, lo que quiere decir que cada actuación administrativa de las autoridades del fútbol deben regirse por el derecho de defensa, notificación, carga de la prueba, motivación suficiente de las decisiones, presunción de buena fe y de inocencia. Todo eso está protegido por la Constitución política de Colombia.
Lo anterior es respaldado por los artículos 157 y 158 del código, en cuanto a qué defiende el derecho de audiencia o defensa de un implicado en un proceso disciplinario, ordenando también que quien alega una falta debe aportar las pruebas de su inconformidad, ya sea el propio comité disciplinario del campeonato o en este caso el club Fortaleza, equipo que no pudo ganarle a Leones de Bogotá, y que ha fungido en el país como una víctima, sin contar con las pruebas irrefutables para ello, pues las lágrimas no son suficiente.
Las directivas del Unión y sus abogados debe estar muy atentos a toda esta vorágine de opinión pública, pues si se duermen en los laureles, podrían ser ellos las víctimas de una decisión disciplinaria basada en la presión mediática, y otra vez se escogería a Barrabás y se condenaría al inocente.
Las mujeres son seres inferiores que deben depender de los hombres, los negros (escuchar poema de Victoria Santa Cruz) no tienen alma, los pobres no son actos para gobernar, los gays no pueden criar hijos; el Unión Magdalena se robó el partido. Todas esas afirmaciones son solo eso, afirmaciones, y las afirmaciones no son argumentos, pues los argumentos llevan consigo pruebas, y tal como las declaraciones de este vergonzoso párrafo, jamás se hallarán las pruebas de lo ficticio y lo infundado.
En la historia se han creado narrativas nefastas basadas en meras afirmaciones que llevan a la injusticia, pues el derecho en ocasiones es el instrumento de la arbitrariedad, por esa razón, el Unión no debe confiarse, sino luchar por ganar la batalla de la verdad social y la verdad procesal, por qué la falta comprobada de determinación de resultado (artículo 93 del código) si les quitaría el ascenso.
Dame factum dabo tibi ius, dame las pruebas y te daré el derecho.
Por. Ariel Quiroga Vides – Abogado litigante en materia penal, socio fundador de Uno Legal, secretario general del colegio de abogados de la Universidad del Magdalena y columnista.
