A veces, en la tranquilidad de mi pensamiento reflexiono sobre la escasa visión de los exalcaldes de Valledupar y exgerentes de Emdupar; concluyo que ambos actores atrapados en la burbuja de la imprevisión creyeron erróneamente que el agua diáfana del cauce del río Guatapuri gozaba de propiedad infinita y que ante esa situación la empresa nunca naufragaría en problemas de orden administrativo y financiero. Por la evidencia de la incapacidad gerencial de los corsarios al mando de Emdupar, dudo que hayan advertido la relación del agua con la gestión y el desarrollo empresarial, el crecimiento poblacional de la ciudad, el uso de herramientas tecnológicas y mucho menos el cambio climático ni la entrada del precio del agua en el mercado de futuros de Wall Street.
Emdupar desde 1994, en vez de convertirse en una empresa de generación de rentabilidad, pasó a convivir con el susto de caminar sobre la cornisa de procesos de tercerización, intervención de la Superintendencia de Servicios Públicos y planes de salvamento, estos mecanismos que procuraron su recuperación se mantienen inútiles, sin embargo, justifican intentos de gestión para evitar a toda costa la decisión de privatización, debido al golpe al corazón de las decisiones impopulares. También debemos indagar por el papel desempeñado por los sindicatos de la empresa, porque mientras Emdupar era saqueada y esquilmada, las convenciones y el costo de la nómina crecían como el río Guatapuri en temporadas de lluvias.
Según el Foro Económico Mundial, el acceso al agua determina el desarrollo económico. Estima que cada año se pierden 260.000 millones de dólares a nivel mundial debido a la falta de agua y saneamiento básicos. Descuidar los riesgos del agua (contaminación, uso excesivo, cambio climático que impacta el agua dulce) ascenderá a 301 mil millones de dólares en costos, cinco veces más que si los enfrentamos. Sin agua potable, una quinta parte de la economía estadounidense se detendría.
Llegó el momento de tomar decisiones y admitir que por más que nos duela los vallenatos debemos ser coherentes y convenir que la cacareada privatización de Emdupar sería un daño menor o un rasguño comparado con todo el mal que le han causado a la empresa otrora orgullo de Valledupar.
El cambio de naturaleza de la empresa es un proceso que analizado desde la relación costo beneficio no sería desconsiderado por ningún inversionista, debido a la seducción que imponen 91.000 usuarios, la capacidad instalada, la gravitante importancia del agua para los sectores productivos y las facilidades de provisión del recurso hídrico que raudo desemboca por gravedad. Inverosímil paradoja exgerentes y exalcaldes de Valledupar hicieron hasta lo imposible para hacer inviable a Emdupar, actualmente, el alcalde Mello Castro explora la participación de un socio estratégico, no dudo que tendrá muchos apostadores seducidos por el porcentaje del menudo recaudo, porque una inversión estructural solamente sería considerada por el sector privado en propiedad.
Por. Luis_Elquis_Diaz
