El municipio de La Paz, en el departamento del Cesar, es ampliamente conocido en el territorio como el lugar donde se preparan las más exquisitas almojábanas. Este tradicional producto es la principal actividad económica de muchas familias.
Las mujeres son quienes han sabido preservar la receta de generación en generación. Las almojábanas se preparan con maíz, queso, azúcar, soda y el más importante, la dedicación. Esa misma que le impregna Nubis Pérez, una de las almojabaneras del pueblo.
UN LEGADO FAMILIAR
Nubis asegura que la venta de almojábanas ha sido su sustento y el de su familia desde que era una niña. “Tengo muchos años de estar en esta tradición. Cuando estaba pequeña ayudaba a mi mama, éramos pobres y lo que ellos ganaban (sus padres) no alcanzaba”, recordó.
Por esta razón, a sus 11 años empezó a preparar con sus propias manos, esa receta generacional, que terminó convirtiéndose en la mayor herencia que le dejó su madre. Nubis, ha continuado con este legado, haciendo parte de la tradición más representativa de este municipio, ubicado a escasos 15 minutos de Valledupar, capital del Cesar. .
Inicia su labor a las 3:30 de la mañana. A diario, luego de elaborar más de 100 almojábanas, se dirige a su lugar de trabajo, la plaza central del municipio donde precisamente está ubicado el monumento a la mujer trabajadora. Allí, empieza a recibir a los compradores, quienes llegan atraídos por el característico olor de una almojábana caliente; las vende a 1000 y a 2000 pesos, obteniendo entre 200.000 y 250.000 pesos en ganancias.
“Tengo 56 años y todavía estoy vendiendo. Quedé huérfana de padre y madre, con la venta de almojábanas he logrado salir adelante”, indica. Y aunque dice sentirse cansada de tantos años de arduo trabajo, recibe a sus clientes con mucha amabilidad, acompañada de una cálida sonrisa, lo que le ha permitido ganarse el cariño de los habitantes del pueblo.
Por su parte, Luzmila Pérez, hermana de Nubis, cuenta mientras prepara la masa, que es necesario “dejar el maíz cuatro días en agua, luego se lava y se muele. El queso también se muele y se revuelve todo con azúcar”. Una vez la masa alcanza la consistencia deseada, se empiezan a moldear las almojábanas para ser llevadas al horno durante cinco minutos. “Tengo más de 30 años de estar vendiendo almojábanas. Ya uno tiene medida de todo, para que queden al punto; suaves”, afirma.
De acuerdo con Carlos Maldonado, gestor cultural y docente de la Universidad Popular del Cesar, las almojábanas las preparan en varias partes del país, pero las auténticas son las pacíficas.
“Ocupan un lugar muy especial en nuestra bromatología. En La Paz es donde nacen las verdaderas. Este alimento es básico en los saberes de este pueblo y de todo el Caribe colombiano”, precisó.
Es tanta la fama de las almojábanas, que han sido inspiración de letras vallenatas, como ‘La puya almojabanera’ que fue grabada por Manuel Pertuz, quien la interpreta junto al acordeonero Pacho Arrieta. La canción es un homenaje a quienes se dedican a este oficio, describe el deleite que este manjar representa para quienes vienen de otros lugares y el orgullo que les genera a los habitantes de La Paz tener uno de los mejores panes del mundo.
Pese a que la Asamblea del Cesar declaró el 28 de marzo de 2019 a las almojábanas de La Paz como Patrimonio Cultural del Departamento, quienes ejercen esta actividad temen que la tradición desaparezca, puesto que los hijos y nietos de las almojabaneras poco se interesan en preservar este legado. Por ello, estas mujeres trabajan incansablemente por mantener vivo este sabor legendario del departamento, que hace parte de su identidad cultural y que, a través de los años, ha movido la economía en esta población.
Escucha: Almojabaneras de La Paz: la lucha por mantener vivo un sabor legendario del Cesar
Periodista. Andreina Galvez
Fotografía y Audio Visuales. Davian Ospino Zuluaga