El Mello se las quiere tirar de avión, pero en Valledupar ya le conocen hasta el manual de vuelo. Fue a dormir en casa ajena, prometió tirar las llaves de las camabajas al Guatapurí, pero lo que no les dijo a los incautos era que nos iba a enganchar con la privatización del tránsito y el alumbrado público. Emdupar se le escapó de las manos porque el pueblo despertó, alzó la voz con un Cabildo Abierto y terminó intervenida. ¿Y el SENA Étnico? Más de $4.000 millones tirados. ¿Y la estación de bomberos del norte? Solo tiene un vigilante. Pero, ¿por qué pasa todo esto? Porque tiene quien le vote. El tamal, el juguito y la memoria corta son aliados del que se disfraza de salvador.
Y ahí va Mello, que fue concejal, diputado y alcalde, ahora suena para Cámara de Representantes. Lo impulsa el apellido, el dinero y la costumbre electoral que tiene más sabor a billete que a conciencia.
En Valledupar muchos votan sin saber por qué, otros por lo que les pagan, y unos pocos por convicción. Pero ya es hora de despertar. El voto es poder, no un chiste repetido cada cuatro años.
Mello quiere seguir escalando con el negocio redondo del tránsito, que dejó a los vallenatos pagando multas hasta por respirar. Así que, antes de que vuelva a dormirse en otra casa ajena, el pueblo debe pensar si quiere seguir despertando con la billetera vacía y el alumbrado apagado.