La Comisión Sexta del Senado dio luz verde en primer debate al proyecto de ley ‘Estudio sin madrugón’, una propuesta que pretende evitar que niños, niñas y adolescentes deban levantarse excesivamente temprano para llegar a sus colegios. La iniciativa, que ahora pasará a la plenaria del Senado, establece que ningún plantel educativo, ya sea público o privado, podrá comenzar su jornada antes de las 7:00 de la mañana, buscando mejorar la calidad de vida de estudiantes y sus familias.
El proyecto es impulsado por el senador Alejandro Carlos Chacón, del Partido Liberal, quien cuenta con el apoyo de sus colegas de bancada Mauricio Gómez Amín, Alejandro Vega y Julián Peinado, entre otros. También lleva las firmas de congresistas de diversos partidos, como Efraín Cepeda (Conservador), Alfredo Deluque (La U), Ariel Ávila (Alianza Verde) y Marelen Castillo (Liga Gobernantes Anticorrupción), lo que ha facilitado su avance gracias a su respaldo multipartidista. Con solo tres artículos, el texto plantea que la jornada escolar en los niveles de educación inicial, preescolar, básica y media no debe arrancar antes de la hora señalada.
Según los promotores, actualmente los horarios escolares son fijados por los directores o coordinadores de los colegios, lo que en muchos casos lleva a jornadas que comienzan demasiado temprano, afectando el descanso y el bienestar de los estudiantes. Argumentan que son las instituciones educativas las que deben ajustarse a las necesidades de las familias, y no al revés. Entre los beneficios destacados están un mayor tiempo de calidad en las mañanas, menos estrés y un mejor sueño, lo que impactaría positivamente tanto el desempeño académico de los menores como la rutina laboral de los padres, especialmente de las madres cabeza de hogar, quienes enfrentan mayores cargas por estos horarios.
Además, la propuesta incluye que las clases pasen de 60 a 45 minutos, basándose en estudios que indican que la capacidad de atención de niños y adolescentes rara vez supera los 50 minutos. Los autores sostienen que este cambio no solo ayudaría a los estudiantes a asimilar mejor los contenidos, sino que también incrementaría su participación en el aula y optimizaría el proceso de aprendizaje.